Inclinados ante Babilonia

El rey Nabucodonosor dio la señal y la música de mil instrumentos comenzó a aumentar, la cortina cayó, exponiendo una deslumbrante imagen de oro de 27 metros que refulgía con la luz del sol. Entonces, de acuerdo al mandato del rey, los oficiales que se habían congregado en la planicie de Dura se postraron en tierra en señal de reverente adoración, de acuerdo al mandato del rey de Babilonia. Todos se inclinaron, excepto tres jóvenes hebreos, quienes eran siervos de un Rey más grandioso.

Nabucodonosor estaba radiante de orgullo y satisfacción hasta que le informaron que Sadrac, Mesac y Abednego habían rehusado inclinarse y adorar la estatua. Asombrado de que alguien se atreviese a desobedecer, Nabucodonosor pensó que estos jóvenes consejeros debían haber malentendido su decreto. Así que les ofreció una oportunidad más para inclinarse ¡pero ellos rehusaron! Ahora la expresión del rey se tornó en ira. ¡Ordenó a sus siervos que calentaran un horno cercano, siete veces más de lo normal! Cuando el combustible fue añadido al fuego, los tres jóvenes hebreos fueron atados firmemente con cuerdas. El calor resultante era tan intenso que mató a los soldados que los arrojaron en el infierno de llamas.

Mientras el rey miraba las llamas con atención, su boca se abrió repentinamente en señal de asombro. Con una voz temblorosa preguntó, "¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego?" Sus consejeros afirmaron que así lo habían hecho. Entonces el rey dijo, "He aquí yo veo cuatro varones sueltos en medio del fuego sin sufrir ningún daño y el aspecto del cuarto es semejante al hijo de los dioses". Daniel 3:25.

Dios liberó a aquellos tres valientes jóvenes del horno de fuego, porque ellos se mantuvieron firmes de parte de la verdad. En los últimos días, el pueblo de Dios tendrá que encarar una prueba similar.